Foto: Eduardo Matysiak (Brasil)

Movilización popular en Brasil

Por Victoria Darling [1]

En Brasil pareciera que existe algo así como un destiempo en términos de movilización social y de las transformaciones que exige el pueblo brasilero. Sin embargo, pienso que hay algunos elementos que nos pueden permitir pensar en otros elementos que ocurren al mismo tiempo en Latinoamérica. Solemos pensar las crisis como momentos de luces y sombras, como un momento trágico donde suceden violaciones a mujeres, desapariciones forzadas en Chile, madres que pierden a sus hijos en Bolivia, la represión más cruel y el Estado de forma más desnuda, y podemos ver la crisis como un momento de algunas luces, momentos privilegiados donde el carácter de clase desnuda sus intereses. Eso creo es lo que estamos viendo en varios países de América Latina. Lo interesante es que seguimos pensando en América Latina como una posible totalidad, en términos de integración seguimos siendo una región que se moviliza con fenómenos convergentes a partir de rupturas que parecen ocurrir en Chile, en Ecuador, en Colombia; es posible ver Brasil también desde ese debate.

En Brasil, el neoliberalismo ha demostrado ser una matriz móvil, donde ciertas características son cambiantes, se van adaptando en términos semánticos, pero mantienen una doctrina liberal que es permanente y sigue vigente a través de dinámicas estatales. Cuando pensamos en fenómenos de movilización social es importante pensar Estado y sociedad civil en conjunto, a partir de sus contradicciones, es la única forma que nos puede dar una mirada renovada para comprender lo que viene sucediendo. Algo fundamental es el regreso de la política al ámbito popular, el regreso de la política a los pueblos, parece que los tiempos de los gobiernos progresistas, llevaron al Estado al ámbito de las instituciones, incluso los movimientos sociales giraron esos años más en torno a políticas de gobierno. Hoy Brasil, pareciera ir a destiempo de la región, porque las movilizaciones están atrás, el movimiento campesino, de los más grandes del mundo, está en este momento debilitado, pareciera que está atrás, pero si lo miramos de otro lugar está adelante, la derecha viene organizándose de manera renovada hace como diez años que la bancada del buey, la biblia y la bala, ya existía, se había fraguado en el poder. Bolsonaro no es un fenómeno nuevo, se presenta como anti política, pero es diputado federal desde hace 25 años, forma parte de una rearticulación de intereses de la derecha que se imponen, que no murieron, se renovaron, esto tiene que ver con un pasado oligárquico, una transición a la democracia que nunca se dio.

En términos del fortalecimiento de la derecha podemos pensar que existió una debilidad de nuestras ciencias sociales de anticipar y evaluar esos procesos. Este gobierno tiene una pretensión refundacional, de refundar las instituciones del Estado y el sentido común. Este gobierno aprovechó todas las instancias posibles, el pueblo de Brasil en un 80% no conoce sus ministros, consideran el gobierno a la cabeza de Bolsonaro, el ejecutivo se conforma por 22 cargos, miembros del gabinete, casi la mitad incluido el presidente son ex militares, esos 10 militares se formaron en una escuela llama Saules Neiras, una escuela de Río de Janeiro que tiene una fuerte disciplina y actitudes que valoran lo físico y biológicas. Si hacemos un análisis, de estos diez sujetos, todos defienden propuestas de políticas públicas a favor de lo militar ¿Qué hay de nuevo en esto? Hay dos ministerios que son protagonizados por mujeres, el de la Reforma Agraria y el de Agricultura, dos ministerios para una misma realidad, Bolsonaro los reunifica y coloca a Teresa Cristina Correa, del estado de Mato Groso, es el estado que más violencia y represión a los indígenas tiene en Brasil, ocupación de tierras, promoción de la soja, ese es su estado, ella es bis nieta de dos gobernadores de ese estado, una de las principales empresas productoras de carne. La segunda de las mujeres es Damares Aldes, que es la ministra de mujer, de DDHH y niñez, es pastora evangélica, representante de la iglesia pentecostal, y una de sus políticas públicas fue la prohibición a través de una política nacional que impidió que fuera posible que los niños y niñas se identifiquen con un género que no es el biológico; más allá de eso, su última política fue la donación de calzones porque dijo abiertamente que las mujeres y niñas indígenas en el amazonas son violadas por no llevar calzones… Entonces si vemos la captura del Estado por intereses privados, nos encontramos con algo muy terrible, no es la captura de intereses privados, es la captura de intereses corporativos, también de los militares, no hay mucho de nuevo en esto.

Para cerrar, estamos frente a un Estado que se constituye abiertamente de derecha, un gobierno que representa el reforzamiento de un Estado patriarcal, y ese Estado tiene características misóginas, no sólo a través de la representación de intereses, sino a través de una fuerte cesión de la vida pública, que es una de las banderas del feminismo. Lo que están queriendo mostrar es que el Estado tutela la vida privada de las mujeres, están negado el derecho a debatir sobre el aborto, que se hable de ello en las universidades, para que la mujer pueda ligarse las trompas necesita la firma del marido, la mujer no puede decidir sobre su cuerpo. Una de las mayores banderas que salen a la luz son las jóvenes y mujeres que estamos en la calle, las chicas, las demandas sobre el territorio y la vida. Pero nuestro desafío es que el riesgo de que el debate del feminismo quede relegado de las mujeres, tenemos hombres y mujeres transgénero, tenemos que hacernos cargo, es un debate que tenemos que asumir hombres con la misma seriedad, si no vamos por ahí no hay cambio posible. El feminismo está demostrado que no sólo crece con la historia, está por encima de las grietas, encima de la derecha e izquierda y las luchas generacionales, apropiémonos un poco de esa bandera que quizás se transforme en una lucha de vanguardia.

Notas:

[1] Licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires, Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México, se dedica al estudio de diversos movimientos sociales y su relación con el Estado en América Latina. Es profesora de la  Universidade Federal da Integraçao Latino-Americana en Brasil.